Muchos españoles creen que la calefacción central supone un ahorro en su factura pero, según demuestran diversos estudios, este tipo de instalaciones implican un gran despilfarro de energía y un gasto anual mucho mayor de lo que se piensa.

En la actualidad el 20,5% de las viviendas españolas tienen instalaciones de calefacción centralizada, la cual distribuye la temperatura de forma uniforme a todos los miembros de una misma comunidad. No importa si somos más frioleros o más calurosos que el vecino de al lado, ni siquiera el hecho de que estemos en casa o no; la temperatura de nuestra vivienda será la misma que la de las demás. En muchos casos esto supone un gasto energético innecesario, lo que se traduce en un gasto económico también innecesario.

Por suerte este problema tiene fácil solución; basta con colocar Repartidores de Costes junto a las válvulas termostáticas. Estos nos permiten gestionar el funcionamiento y consumo de los radiadores, y son compatibles con los termostatos inteligentes.

Regulación de la temperatura: Gracias al uso de reguladores el usuario puede variar a su gusto la temperatura a distintas horas y en las distintas estancias de la vivienda.

Eficiencia energética: Al poder ajustar la temperatura de cada habitación, evitamos un despilfarro energético ya sea por exceso de temperatura o por tener la calefacción encendida en estancias donde no es necesaria, lo que a su vez supone una reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Con el fin de frenar ese posible exceso de consumo energético, La Unión Europea ha impulsado una directiva que promueve el uso de contadores de agua y calefacción o medidores individuales como los que acabamos de ver.